LIBRES E IGUALES

“La heterosexualidad no es normal, solo es común”..

LIBRES E IGUALES

El amor tiene que ser libre y debe de haber protección para las parejas, sean del sexo que sean..

LIBRES E IGUALES

Nunca seas intimidado por el silencio, acepta tu definición, defiéndete..

LIBRES E IGUALES

Derrumba esas puertas del armario, ponte en pie y comienza a luchar..

LIBRES E IGUALES

No hay nada malo en ti, el mundo en el que vives es el que está mal.

domingo, 25 de abril de 2021

Soy Mujer y Punto

 


Es por ello, ser mujer es una circunstancia que solo hace que seamos y punto, más complejas o menos complejas, y esa diferencia o similitud es la que nos hacer gritar…

No es un problema de genitales, o de sexo, o de sentimiento, o de orientación sexual. Sólo pasa a ser la verdadera realidad de ser mujer por el simple o quizás complejo hecho de serlo.

Ser Mujer

Además, el camino a determinar si la verdad es un problema de genitales, o de sexo, o de sentimiento, o de tendencia sexual.

Asi mismo, solo pasa a ser la verdadera realidad de ser mujer por el simple o quizás complejo hecho de serlo. Ser mujer es una consideración que va mucho más allá de un género, va mucho más allá de lo que para muchos significa el feminismo o lo contrario a ello.

Es por ello, ser mujer es una circunstancia que solo hacer que seamos y punto, más complejas o menos complejo, y esa diferencia o similitud es la que nos hacer gritar… Soy Mujer y Punto.

Hagamos un hecho de nuestro derecho

 


«Hagamos un derecho de nuestros derechos» busca encausar la necesidad de conocer qué somos en realidad como ciudadanos de derecho en un mundo civilizado que se apega a nuestras verdades.

Hagamos un hecho de nuestro derecho. Educando contra la discriminación en Venezuela.

Es así, como este proyecto es una Herramienta para la educación y sensibilización contra la discriminación LGBTI.

Así mismo, en pro de una sociedad más justa e igualitaria. 

Hagamos un hecho, seamos todo aquello que necesitamos reflejar; y nuestro derecho a ser quienes por decreto de vida somos. 

Si conocemos nuestros derechos nos damos cuenta que tanto los respetamos. En principio nuestros derechos para luego entender los derechos de los demás.



Violencia contra Personas LGBTI en América



Violencia contra Personas LGBTI. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante «Comisión Interamericana», «Comisión» o «CIDH») se encuentra preocupada por los altos índices de violencia que se registran contra personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex (LGBTI), o aquellas personas percibidas como tal, en el continente americano, y la ausencia de una respuesta estatal eficiente frente a dicha problemática.

Esto se evidencia en la falta de adopción de medidas efectivas para prevenir, investigar, sancionar y reparar actos de violencia cometidos contra personas LGBTI, de acuerdo al estándar de debida diligencia. Mientras que la CIDH reconoce que se registran avances en algunos Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos (en adelante “OEA”), la violencia contra personas LGBTI continúa ocurriendo de manera generalizada en todo el continente americano.

El informe se enfoca de manera particular en actos de violencia física contra las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género no normativas, o cuyos cuerpos varían del estándar corporal femenino y masculino en América.
Violencia contra Personas LGBTI

En relación con los actos de violencia contra personas lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT), la CIDH destaca en este informe que éstos suelen demostrar altos niveles de ensañamiento y crueldad. Por ejemplo, en varios casos documentados por la CIDH, los cuerpos sin vida de personas LGBT demuestran que han sido torturados, sus genitales mutilados, sus cuerpos descuartizados y marcados con símbolos que denotan altos niveles de prejuicio.

En este informe, la Comisión se enfoca en la violencia contra las personas LGBT, social y contextualizada, motivada por el perpetrador, comprendida como fenómeno complejo y multifacético, no sólo como un acto individual.
CIDH

En ese sentido, la CIDH entiende que los actos de violencia contra las personas LGBT, comúnmente conocidos como “crímenes de odio”, actos homofóbicos o transfóbicos, se comprenden mejor bajo el concepto de violencia por prejuicio contra las orientaciones sexuales y las identidades de género no normativas (en adelante “violencia por prejuicio”). La violencia por prejuicio es un fenómeno social, que se dirige contra grupos sociales específicos, tales como las personas LGBT, tiene un impacto simbólico, y envía un mensaje de terror generalizado a la comunidad LGBT.

De manera similar, la Comisión estima que la violencia contra las personas intersex es una forma de violencia por prejuicio contra la diversidad corporal y específicamente, contra las personas cuyos cuerpos no concuerdan con el estándar socialmente aceptado de cuerpos femeninos y masculinos.







Desigualdad invisible: el contexto de las personas LGBTI en América Latina


Escuchamos de forma recurrente que lo que no se mide no se puede mejorar, en ese sentido han surgido diversos esfuerzos para monitorear y definir las dimensiones de las brechas de desigualdad que existen en América Latina, sin embargo, en muchas ocasiones estos ejercicios han dejado fuera variables importantes como la discriminación y exclusión que existe por motivos relacionados a la orientación sexual e identidad de género no normativas.

Las problemáticas que enfrentamos las personas LGBTI en la región son grandes, crudas y constantes, de forma empírica, quienes las vivimos, en algunos casos logramos identificarlas, sin embargo, son pocas las veces que estas variables han sido incorporadas, investigadas y tomadas en cuenta en las políticas encaminadas a combatir la desigualdad

Cuando se habla de desigualdad, comúnmente se centra gran parte de la discusión en las disparidades que existen en el ingreso, el poder adquisitivo o el acceso a bienes y servicios, generada principalmente por la acumulación de riqueza de una elite y la deficiente distribución de los recursos por parte del Estado, sin embargo, de forma recurrente se omiten dimensiones fundamentales en esta discusión.

Esto se debe en parte a que hoy en día, existe muy poca información estadística referente a las personas que viven orientaciones sexuales e identidades de género no normativas, es decir, por mucho tiempo los gobiernos de la región no han considerado relevante observar, medir y monitorear las realidades que enfrentan las personas de la diversidad sexual y su impacto en el acceso a los derechos humanos, las cuales comprenden discriminación, exclusión y violencias sistemáticas, que por ser tan normalizadas en nuestra sociedad, se han invisibilizado.

En los últimos años han surgido algunos esfuerzos, por parte de la sociedad civil como de algunos gobiernos, que comienzan a hacer visible esta realidad y esto lejos de ser esperanzador es alarmante, ya que las pocas estadísticas existentes demuestran que el contexto es mucho mas complejo de lo que se había logrado comprender o visibilizar.

Los avances en ese sentido han sido sustanciales, hoy América Latina es una de las regiones del mundo en donde existe mayor protección legal hacia las personas LGBTI, lo que resulta paradójico porque es también la región que encabeza las pocas estadísticas globales de asesinatos por odio, siendo desproporcionadamente víctimas las mujeres trans.

Esto evidencia algunas cosas, en primer lugar, que el avance no ha sido equitativo entre la inclusión de personas con orientaciones sexuales no normativas y aquellas con identidades de género no normativas.

Es por esto que cuando hablamos de la población LGBTI, debemos reconocer que se esta haciendo referencia a diferentes aspectos de la sexualidad humana, por una parte LGB habla de las orientaciones sexuales Lésbico Gay Bisexual, las cuales se han visto incluidas a través de las leyes o sentencias judiciales referentes al matrimonio igualitario y los demás derechos civiles derivados de este, pero también se hace referencia a las personas Transexuales, Transgénero y Travesti, para quienes estos avances han sido mucho menores y por ultimo hace referencia también a las personas Intersexuales, quienes han sido prácticamente omitidas en este proceso de reconocimiento de derechos.

Esto es relevante porque demuestra que al hablar de la población LGBT no podemos asumir que es un grupo homogéneo de personas que viven la misma situación de desigualdad y que por ende el mínimo de los esfuerzos en pro de la inclusión les beneficia de forma pareja, la complejidad de la agenda reside en que cada una de las identidades en ella representada enfrenta situaciones especificas de exclusión que deben ser atendidas de forma diferenciada.

Es decir, a pesar del reconocimiento logrado en la última década en la región, no se ha registrado una mejora sustancial en las condiciones de vida de las personas LGBT ni mucho menos se ha logrado disminuir las brechas de desigualdad existentes.

Por el contrario, hay quienes sostienen que esta visibilidad ha detonado un recrudecimiento de las violencias, lo cual es difícil de determinar con precisión ya que como se mencionó anteriormente los registros estadísticos de la violencia hacia personas LGBT son aun deficientes, lo que sí se puede declarar es que estas han sido muy pobremente atendidas por parte de las autoridades.

Lo que nos lleva hacia el reto principal, alcanzar la igualdad sustantiva de las personas LGBTI en la región. Si bien para lograr esto aun hay pendientes legislativos que aprobar, lo que es más apremiante es la necesidad que desde los gobiernos ejecutivos se pongan en marcha robustas políticas publicas encaminadas a disminuir las brechas de desigualdad que aquejan a esta población, por lo que incorporar un enfoque diferenciado en estas, así como agresivas acciones afirmativas y medidas de inclusión, acompañadas de indicadores claros que permitan reconocer la dimensión estructural de esta desigualdad y a su vez midan su paulatino avance, o retroceso, es urgente.

Lo que es cierto es que la inclusión no puede ser impuesta, estas políticas o acciones afirmativas no pueden quedarse únicamente en la persecución de la mejora en torno a los indicadores, sino que deben tener una fuerte consideración en la promoción de un cambio cultural.

Vivimos un momento en donde la polarización tiene grandes rendimientos políticos y quienes están haciendo uso de ella para ejercer el poder, están, de forma consciente o inconsciente, generando contextos cada vez mas hostiles para las personas de la diversidad sexual y de género.

Hoy vivimos en la América latina mas incluyente hacia las personas LGBTI de la historia, pero también vemos con preocupación que rápidamente este contexto se transforma hacia una sociedad polarizada, que utiliza nuestra agenda, nuestros cuerpos y nuestras identidades como una arena para librar batallas políticas que lejos de procurar la igualdad buscan satisfacer los intereses de la elite económica que siempre se ha beneficiado de la desigualdad.

Es por esto que el reto principal de las políticas de combate a la desigualdad es no solo hablar de esta problemática desde los indicadores económicos de ingreso, o distribución de la riqueza, sino también desde las personas y sus interseccionalidades, sin esto difícilmente vamos a poder trazar un horizonte de igualdad en la región.




Una larga lucha: derechos de la comunidad LGBTI

 


"El listado de derechos que se ha descrito de la comunidad LGBTI no son una gama de privilegios sino que, además de ser derechos per se, son obligaciones internacionales que los Estados deben cumplir de acuerdo a la CADH."


La pareja de Sebastián falleció por el COVID-19, pero no podrá enterrarlo porque es del mismo sexo. Andrea, una mujer trans, fue discriminada el día que salían solo las mujeres a razón de su expresión de género. Francisco ya no sufre de bullying en el colegio, ahora lo pasa en casa: No aceptan su orientación sexual y sufre violencia psicológica diariamente. Estos son solo uno de los pocos ejemplos que la comunidad LGBTI padece durante esta pandemia. Ya lo dijo el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, “además de tener que hacer frente a prejuicios, ataques y asesinatos simplemente por ser quienes son (…), muchas personas LGBTI se ven ahora enfrentadas a un mayor estigma como resultado del virus”.

Pero, entre una de las pocas buenas noticias, a partir del 26 de setiembre 2020 se hiso legal el matrimonio igualitario en Costa Rica. Pues, una sentencia de la Sala Constitucional costarricense estableció el plazo.

La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica declaró inconstitucional el inciso 6 artículo 14 del Código de Familia, el cual prohíbe el matrimonio entre personas del mismo sexo. Así, se dio el plazo de 18 meses al Congreso costarricense para adecuar su legislación, lo que –como en la mayoría de países latinoamericanos– no se logró por esta vía. Entre los principales argumentos, la Corte se fundamentó ampliamente en la Opinión Consultiva N° 24, la misma que fue solicitada a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) por el mismo Estado el 18 de mayo del 2016.

Una Opinión Consultiva histórica para la comunidad LGBTI

No solo se trata de matrimonio igualitario. La referida Opinión Consultiva precisa una gama de derechos que la misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) verificó que son vulnerados por muchos estados interamericanosnen desmedro de la comunidad de LGBTI. El derecho a la protección de la vida privada y familiar así como del derecho a la protección de la familia, la cual no solo vela por un único modelo de familia –conformado por un varón y una mujer– sino que también protege el vínculo familiar de parejas de personas del mismo sexo.

Reconocer a las familias diversas implica garantizarles una serie derechos y obligaciones. Aspectos que incluyen los impuestos, la herencia y los derechos de propiedad, reglas de la sucesión intestada, privilegio del cónyuge en el derecho procesal probatorio, autoridad para tomar decisiones médicas, los derechos y beneficios de los sobrevivientes, certificados de nacimiento y defunción, normas de ética profesional, restricciones financieras en temas electorales, beneficios de compensación laboral, seguro de salud y custodia de los hijos, entre otros.

Pero esto no fue todo. La Corte IDH precisó que el reconocimiento de la identidad de género por los estados resulta de vital importancia para el pleno goce de los derechos de las personas trans, lo que incluyen su protección contra la violencia, tortura, malos tratos, derecho a la salud, a la educación, empleo, vivienda, acceso a la seguridad social, así como el derecho a la libertad de expresión, y de asociación.

De esta manera, la Corte precisó que la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) protege el derecho al cambio de nombre y, en general, la adecuación de los registros públicos y documentos de identidad para que sean conformes a la identidad de género auto-percibida.

 Para ello, los estados deben garantizar que aquellas personas interesadas puedan acudir a un procedimiento: a) enfocado en la adecuación integral de la identidad de género auto-percibida; b) basado en el consentimiento libre del solicitante sin exigir requisitos como certificaciones médicas y/o psicológicas que puedan resultar irrazonables; c) que sea confidencial; d) debe tender a la gratuidad, y e) que no exija la acreditación de operaciones quirúrgicas y/o hormonales.

Una gama de derechos vulnerados

Ahora bien, ¿qué relevancia tiene esta Opinión Consultiva para nuestro país? 

Muchos paises son parte de la CADH y han reconocido la competencia contenciosa de la Corte IDH. Esta Corte ha establecido el control de convencionalidad, el cual se refiere al deber que tienen todos los órganos y funcionarios de un Estado de contrastar las normas internas y su aplicación con respecto al corpus iuris interamericano. Dentro de esto último se encuentran la CADH, la jurisprudencia de la Corte IDH, sus Opiniones Consultivas, entre otros. Así pues, a través del parámetro de convencionalidad, cuando un Estado se encuentre ante una posible contradicción entre su ordenamiento interno y la CADH, tendrá que observar los estándares que ha desarrollado la Corte IDH mediante su ejercicio contencioso o consultivo.

La vinculatoriedad o no de las opiniones consultivas ha sido una discusión importante sobre lo esgrimido en este caso. Sin embargo, en el caso de los derechos de la comunidad LGBTI, ello puede ser superado dentro de nuestro ordenamiento nacional. Y es que, el Tribunal Constitucional ha precisado que la jurisprudencia de la Corte IDH sí es vinculante para todos los poderes públicos incluso en aquellos casos en los que el Estado  no haya sido parte en el proceso.

Así pues, la lucha de la visibilización de los derechos LGBTI no es una novedad en los casos de la Corte IDH. Este tribunal ya ha venido teniendo una línea jurisprudencial firme sobre el tema desde el año 2012. Atalla Riffo y niñas versus Chile, Duque versus Colombia, Flor Freire versus Ecuador, y ahora último: Azul Rojas versus Perú, un hombre gay –en el momento de los hechos– que fue torturado por su orientación sexual en ese país. Casos que reflejan una larga lucha para que se reitere la titularidad de sus derechos y la vulnerabilidad de esta comunidad. En efecto, ya sea vía control de convencionalidad o tomando en consideración la vinculatoriedad de la jurisprudencia de la Corte IDH en nuestro ordenamiento, es indudable el reconocimiento de estos derechos.

Como se puede verificar, el listado de derechos que se ha descrito de la comunidad LGBTI no son una gama de privilegios sino que, además de ser derechos per se, son obligaciones internacionales que nuestro Estado debe cumplir de acuerdo a la CADH. Recordemos que para incurrir en responsabilidad internacional, los estados tienen que cometer algún hecho ilícito internacional. Además, para que ello califique de esta manera, se tiene que incumplir una obligación internacional y ser atribuible a un Estado. Si adicionalmente consideramos que algunos sostienen que no es necesario que exista perjuicio o daño, sino que la mera infracción por parte de los estados ya son hechos ilícitos internacionales; entonces, cabe preguntarnos: ¿Cómo va el Estado con los derechos de esta comunidad?


Referencias:

[1] El presente artículo toma como referencia a las iniciales LGBTI correspondientes a las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales. Sin embargo, nos acogemos a lo dispuesto en la Opinión Consultiva OC-24/17 de la Corte IDH con respecto a que dicha terminología no es una lista cerrada y evoluciona constantemente. Así, existen otras formulaciones que no se mencionan como las personas asexuales, queers, entre otras.

[2] Noticias ONU (2020). “Unidos contra el odio y la violencia hacia las personas LGBTI”. Publicado el 17 de mayo del 2020. https://news.un.org/es/story/2020/05/1474522

[3] Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2017). Observaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Solicitud de Opinión Consultiva presentada por el Estado de Costa Rica; (2015) Violencia contra Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en América; (2012) Orientación sexual, identidad de género y expresión de género: algunos términos y estándares relevantes.

[4] Artículo 11.2 de la CADH

[5] Artículo 17 de la CADH

[6] Párrafo 197 de la Opinión Consultiva 24.

[7] Artículos 3, 7.1, 11.2 y 18 de la CADH

[8] Corte IDH. Caso Gelman Vs. Uruguay. Supervisión de cumplimiento de sentencia. Resolución de 20 de marzo de 2013, párr. 72. Corte IDH. Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile. Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006. Serie C No. 154, párr. 124.

[9] Opinión Consultiva 21

[10] J. Zelada, Carlos (2020). ¿Son vinculantes las opiniones consultivas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos?: Una propuesta de reforma para un problema de antaño. Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), pág. 100.


Migraciones y poblaciones LGBTI en Mesoamérica



Para contextualizar la migración de las personas lesbianas, gais, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) en Mesoamérica es preciso identificar los factores estructurales que generan en estas poblaciones condiciones particulares de vulnerabilidad. En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se establece que todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos (art 1), no obstante, es sabido que la discriminación por razones de género, edad, etnia, situación socioeconómica, orientación sexual e identidad de género, entre otras, sigue afectando a un gran número de personas, tal es el caso de las personas LGBTI.


Las formas específicas de violencia y discriminación que enfrentan las personas LGBTI debido a su orientación sexual e identidad de género son conocidas como homofobia, lesbofobia, bifobia y transfobia. Estas son definidas como expresiones de intolerancia, miedo e irrespeto hacia las personas LGBTI que se manifiestan a través burlas, rechazo, exclusión, violencia física y sexual hasta obstaculización del ejercicio pleno de derechos como acceso a educación, empleo, salud, derecho a una vida privada, etc.

La suma de estas y otras causas generan una constante movilidad forzada en las poblaciones LGBTI, iniciando con una migración interna (buscando refugio en casas de familiares, amigas, amigos, otras regiones dentro del mismo país debido al rechazo familiar a causa de la identidad de género u orientación sexual) hasta llegar a la migración internacional en donde parten huyendo de amenazas en sus países de origen hacia otros países de la región o fuera de ella con el fin de buscar un espacio seguro donde construir una vida digna.

Doble estigma: LGBTI-Migrante

Sin embargo, esta violencia y discriminación no se detiene durante su movilidad, se podría decir que se agudiza en los países de tránsito y destino. A los prejuicios y el estigma hacia las personas LGBTI se suma el estigma de ser migrante; ambos responden a causas estructurales que sustentan prácticas sociales, es decir, allí donde los patrones culturales son reforzados por normativas, leyes y reglamentos basados en la lógica heteronormativa o donde la visión de las migraciones se fundamente únicamente en el paradigma de la seguridad nacional, por lo tanto, ciertamente se perpetuarán las violaciones a los derechos humanos de estas personas.

El estudio “Diversidad sexual y movilidad forzada en la Frontera Sur de México 2016”, realizado por el Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), profundizó sobre los diferentes factores que obligan el desplazamiento de esta población mostrando que su movilidad no es un hecho aislado sino parte de un complejo proceso de marginación social, donde la violencia es un elemento común en las historias de vida de estas personas (específicamente la violencia sexual). De acuerdo al estudio, una de cada tres personas LGBTI centroamericanas encuestadas dijo haber sido víctima de una violación.

Otro elemento que sobresale es la dificultad para acceder al mercado laboral debido a prácticas discriminatorias que arrastran desde un sistema educativo que les excluye y les expulsa, lo que en ocasiones conduce a estas personas a dedicarse al comercio sexual como medio de subsistencia. Esto les convierte en presa fácil de la delincuencia organizada que les extorsiona o incluso les trafica, sobre todo con fines de explotación sexual.

Crímenes de odio en la región

En los últimos años, la persecución a personas sobre la base de su orientación sexual e identidad de género se ha incrementado. Las manifestaciones de odio y rechazo como el hostigamiento, los actos de violencia física y sexual, la tortura, los tratos crueles, inhumanos y degradantes, y los asesinatos (que se caracterizan por el alto grado de ensañamiento y crueldad) acompañan a algunas de estas personas durante largos trayectos de su vida.

Durante el 2013 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) documentó a través de su registro de violencia que al menos 120 personas LGBTI fueron asesinadas en Centroamérica (79 en México, 30 en Honduras, 6 en El Salvador, 3 en Guatemala and 2 en Nicaragua). Por su parte, 13 personas (8 en México, 2 en Honduras, 2 en Panamá y 1 en El Salvador) fueron víctimas de ataques no letales a su integridad, aparentemente relacionadas con su orientación sexual, identidad o expresión de género.

Asimismo la CIDH afirma que durante el 2015 se recibieron informes de amenazas y otras formas de persecución a personas lesbianas, gay, bisexuales y Trans de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, teniendo como resultado la migración forzada de estas personas.

Pese a que en El Salvador, Nicaragua y Costa Rica se han introducido leyes contra la discriminación basada en orientación sexual, en la región no existe aún la tipificación de crímenes de odio dentro de los delitos relacionados con asesinato y otras formas de violencia por orientación sexual o identidad de género. En los casos de Honduras y El Salvador aunque se han reformado artículos del código penal para agravar aquellos casos donde se evidencie que el delito tuvo como motivación el odio o la discriminación, o fue cometido con saña manifiesta, organizaciones de la sociedad civil denuncian la impunidad en la judicialización de estos casos.

Lo anterior ha llevado a un incremento en el número de solicitudes de asilo presentadas por personas LGBTI. De acuerdo con ACNUR, a mayo del 2016 se habían presentado 65 casos de personas LGBTI solicitantes de la condición de refugiado en Tapachula, México, siendo más de la mitad solicitudes de personas trans, las cuales expresan como motivos de salida:

El pago de extorsiones.
Reclutamiento forzado para transporte de drogas.
Explotación sexual de mujeres transgénero y hombres gais.
Violencia de los miembros de pandillas y violencia intrafamiliar.
Discriminación.

En Costa Rica, hasta agosto del 2016 ya se tenía conocimiento de al menos cinco solicitudes donde se señala la persecución a grupos diversos como el principal motivo por el que se solicita protección. En este sentido, la CIDH ha señalado que los Estados necesitan adoptar medidas urgentes y efectivas que garanticen la vida, seguridad e integridad y la dignidad humana de las personas LGBTI migrantes, o aquellas percibidas como tales, tanto en los países en tránsito (incluyendo albergues y centros de detención migratoria) así como en los países de destino.

Todo este panorama evidencia las múltiples vulnerabilidades a las que están expuestas las personas LGBTI migrantes, así como la necesidad de posicionar el tema dentro de la discusión sobre migraciones, derivando en medidas concretas que garanticen la protección y exigibilidad de los derechos de estas personas. Es preciso que funcionarios de instituciones conozcan, se sensibilicen y formulen directrices en materia de protección y asistencia a estas personas, de tal forma que combatan prejuicios al tiempo que actúen en cumplimiento de lo establecido en materia de derechos humanos tanto a nivel nacional como internacional.

Como aporte, la OIM a través de su programa Regional Mesoamérica, ha elaborado un módulo de capacitación: Migración y Poblaciones Lesbianas. Gais, Bisexuales, Trans e Intersexuales dirigido a instituciones del Estado, organizaciones y colectivos sociales, así como activistas LGBTI de la región mesoamericana con el objetivo de impulsar procesos de sensibilización y capacitación en materia de protección de los derechos de estas personas.

Al respecto, desde el año anterior se han realizado 2 talleres regionales y varios talleres nacionales en México, Nicaragua, Guatemala, Costa Rica y Honduras capacitando a un total de 139 personas sobre los procesos migratorios de la población LGBTI con el fin de valorar estrategias para su protección y asistencia. De allí surgió la inquietud de conformar la primer red mesoamericana para la protección y asistencia de las poblaciones LGBTI migrantes que busca unir esfuerzos entre organizaciones defensoras de derechos humanos LGBTI e instituciones estatales para construir una respuesta regional articulada a la población LGBTI migrante y refugiada.




Las Naciones Unidas y los derechos de las personas LGBTI




El Secretario General de Naciones Unidas y muchos otros altos funcionarios de Naciones Unidas han expresado su inquietud con respecto a las violaciones de los derechos humanos sufridas por personas LGBTI. Las Naciones Unidas están abordando cada vez más los problemas prioritarios que enfrentan las personas LGBTI. Entre las acciones específicas se incluyen:


En marzo de 2011, Colombia remitió una Declaración conjunta al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la finalización de los actos de violencia y violaciones a los derechos humanos en base a la orientación sexual y la identidad de género. Esta declaración, realizada en nombre de más de 80 Estados Miembros de Naciones Unidas, reconoció públicamente el tratamiento inaceptable que reciben personas de todo el mundo por su orientación sexual o su identidad de género.


En junio de 2011, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas adoptó la Resolución 17/19, que reconoce que se cometen actos de violencia y discriminación contra las personas LGBTI en todo el mundo. La Resolución solicitó a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) que preparase un informe sobre estos problemas. Este informe esbozó los problemas que enfrentan las personas LGBTI y reiteró la obligación de todos los Estados de proteger los derechos de todos sus ciudadanos. El informe recomienda que todos los Estados investiguen los actos de violencia graves, deroguen las leyes que criminalizan la homosexualidad y promulguen leyes para prevenir la discriminación por razón de la orientación sexual y la identidad de género.


En julio de 2013, la ACNUDH lanzó la campaña Libres e Iguales para generar conciencia sobre la violencia, la discriminación y otras violaciones de los derechos humanos que afectan a la comunidad LGBTI y para promover la igualdad de todos independientemente de su orientación sexual y su identidad de género.


En septiembre de 2015, 12 entidades de las Naciones Unidas emitieron una Declaración Conjunta convocando a los Estados a actuar urgentemente para acabar con la violencia y la discriminación contra los adultos, adolescentes y niños LGBTI. Las entidades señalaron: “[N]os sigue preocupando gravemente que en todo el mundo, millones de personas LGBTI, las que son percibidas como LGBTI y sus familias, sean víctimas de violaciones generalizadas de sus derechos humanos. Esta situación es alarmante y es por ello que deben tomarse medidas al respecto.”

La Declaración señala que el hecho de no respetar los derechos humanos de las personas LGBTI y de no protegerlas frente a la violencia y la discriminación supone una grave violación de las normas internacionales en materia de derechos humanos. Estas fallas generan resultados negativos adicionales, como vulnerabilidad a las enfermedades, incluyendo la infección por el VIH, así como exclusión social y económica. Las entidades señalaron el impacto negativo de esa exclusión sobre el crecimiento económico, el trabajo decente y el progreso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Además, destacaron que, bajo el derecho internacional, los Estados tienen la principal obligación de proteger a las personas ante situaciones de discriminación y violencia. Estas violaciones, por lo tanto, demandan una respuesta urgente de los gobiernos, los parlamentos, los poderes judiciales y las instituciones nacionales de derechos humanos.

El marco internacional de derechos humanos y las personas LGBTI



Los principios, las normas y los estándares de los derechos humanos son el núcleo de los esfuerzos por terminar con la discriminación contra las personas LGBTI. Esto no significa que se estén estableciendo nuevos "derechos LGBTI" que beneficiarán solamente a las personas LGBTI. Por el contrario, el derec

ho internacional de los derechos humanos deja claro que todas las personas, incluidas las personas LGBTI, deben estar protegidas contra la discriminación.

A lo largo del tiempo se ha desarrollado un marco internacional de derechos humanos que incluye declaraciones, tratados, organismos y mecanismos relacionados con los derechos humanos. Aunque la no discriminación por motivo de la orientación sexual, la identidad de género o las características sexuales no se menciona explícitamente en ningún tratado internacional sobre derechos humanos, esto no es necesario en absoluto para que quede claro que la discriminación por estas razones está prohibida. Los Estados están obligados a proteger a las personas LGBTI de la discriminación, y a responder con medidas concretas si esto sucede. De hecho, existe un conjunto cada vez mayor de leyes internacionales sobre derechos humanos en este área.

Muchos de los organismos responsables de interpretar los tratados de derechos humanos y monitorear su implementación han determinado que ha habido violaciones de los derechos de las personas LGBTI y han responsabilizado a los Estados de estas violaciones. Cuando los Estados Miembros han permitido a otros Estados Miembros revisar su historial sobre derechos humanos por medio del proceso de Examen Periódico Universal establecido por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, han recibido recomendaciones acerca de las maneras en las cuales los Estados deben cambiar sus leyes o tomar otras medidas para proteger los derechos humanos de las personas LGBTI (en este reporte en inglés puede encontrar más información a este respecto).

Le resultará útil familiarizarse con las declaraciones de derechos humanos, los mecanismos y organismos relevantes que han sido establecidos y que pudieran aplicarse a su país. Aquí puede leer más sobre los marcos regionales relevantes relativos a los derechos humanos.

Son de particular relevancia los Principios de Yogyakarta, un importante instrumento de los derechos humanos. Se trata de un conjunto de principios que aplican los estándares de la legislación internacional sobre derechos humanos a los problemas que afectan a las personas LGBTI. Los Principios de Yogyakarta identifican los derechos específicos y las obligaciones y deberes relacionados que corresponden a los Estados para garantizar que las personas LGBTI puedan ejercer y disfrutar de esos derechos. Aquí puede encontrar un resumen de los Principios de Yogyakarta.

La audiencia objetivo principal de los Principios de Yogyakarta son los Estados. Sin embargo, también contienen una cantidad de importantes recomendaciones ... para diferentes partes interesadas a cargo de la promoción y la protección de los derechos humanos. Los Principios abordan cómo las personas LGBTI han recibido o es probable que reciban un tratamiento desigual en la sociedad al acceder a servicios del Estado o al participar en la sociedad en general.


La situación de las personas LGBTI



El estigma, la violencia y la discriminación contra las personas LGBTI contribuyen significativamente a su exclusión de la sociedad, limitan su acceso a los servicios sociales y de salud e impiden su desarrollo social y económico.

Aunque se han hecho muchos avances importantes, las actitudes homofóbicas y transfóbicas, a menudo combinadas con leyes punitivas y/o falta de protección legal efectiva contra la discriminación, continúan exponiendo a muchas personas LGBTI en todo el mundo a graves violaciones de sus derechos humanos.

Actualmente, 70 Estados siguen criminalizando los actos sexuales consentidos entre personas adultas del mismo sexo y en 12 Estados se permite castigar tales actos con la pena de muerte. 

Muy pocos países reconocen legalmente la identidad de género de las personas transgénero, y solo dos países (Malta y Chile) ofrecen legislación dirigida a proteger los derechos de las personas intersexuales. Aun en países donde las leyes punitivas han sido derogadas y las actitudes sociales están cambiando, las personas LGBTI continúan siendo excluidas de muchas esferas de la vida y siguen siendo blanco de estigma, discriminación y violencia.

Una comprensión cabal de los impactos enormemente negativos en los derechos humanos y el desarrollo humano sostenible que causa la discriminación de las personas LGBTI es fundamental para su acción parlamentaria eficaz en cuanto a los problemas de las personas LGBTI.


Racismo, machismo, LGBTIfobia y coronavirus: ¿Qué va a matarme primero?




La narrativa de una pandemia exige una respuesta rápida y mecánicas de emergencia y urgencia que terminan por molestar la dignidad humana. Es decir, fallos sistémicos se manifiestan de manera explícita en este momento de pandemia, con situaciones que afectan a las personas y que exponen graves problemáticas sociales antiguas.


La crisis no afecta a todas las personas de igual manera. En muchos casos, la manifestación de la pandemia tiene una exposición exacerbada en personas vulnerables que ya estaban en gran dificultad sistémica, sufriendo con el contexto de crisis antes de que se iniciara la pandemia.

Lo que ocurrió con George Floyd y todas las protestas en Estados Unidos expone una mala experiencia social de modelo capitalista racista. La historia de muchos siglos de esclavitud en las Américas expone todos estos errores sociales múltiples en muchos niveles.

Con la crisis, se radicaliza una política de muerte que ya existía antes: ¿Quién debe morir? ¿Quién sirve al capitalismo y quién no? La vida y la muerte ahora se convierten en simples números y ya no se les da tanta importancia. Cuando se muere, tan pronto y con la prisa máxima, ya se está cubierto de tierra. No hay llanto ni despedidas.

El VIH ha afectado a la humanidad durante 40 años, pero hasta hoy, el VIH no se ha considerado como una crisis global, porque no se considera como humanos los cuerpos que toca el VIH. Lo que pasa es que se mata a las mismas personas que ya se mataban antes, pero de otras maneras. O sea, no importa si es coronavirus o si es una rodilla que aprieta tu cuello, el aire te va a faltar, hasta que te mueras, porque no consigues respirar.

Darnella Frazier, joven negra que grabó el vídeo de la trágica escena con George Floyd, hoy tiene que lidiar con algunas personas que la señalan en las redes sociales como culpable por no haber hecho nada. Se culpó del VIH a las personas LGBTI, mientras se culpa de la Covid-19 a la China comunista. Lo mismo que ocurrió con Darnella.

Aparte de las protestas, el confinamiento se ha convertido en una regla global. Se ha exacerbado la violencia a las mujeres y más de 70 países criminalizan la diversidad LGBTI de alguna manera. El aislamiento ha incrementado los problemas familiares y evidencia todas las cuestiones emocionales que ya estaban ahí. Es decir, gran parte de esta población sufre de violencia intrafamiliar y lo básico no está limitado a esta orden de “quédate en casa”.

Con esto, la pandemia expone lo malo que es este tipo de familia nuclear del siglo XIX, que se puso como referencia por una regla cis hetero machista agregada a un régimen de distanciamiento (mientras los esposos trabajan, las mujeres cocinan, y jóvenes LGBTI prefieren quedarse en casas de colegas, ya que en la suyas sufren discriminación). Esto contribuye a la creación de otras opciones de experiencia en términos de seguridad para personas LGBTI y mujeres y a la creación de otros tipos de organizaciones familiares.

Sin embargo, estos planes de cambio familiar necesitan una previa autonomía financiera. En general, las personas vulnerables se sostienen por trabajos informales: personas LGBTI, afros, indígenas, migrantes, jóvenes, mujeres, trabajadoras sexuales cis y trans. Con esta pandemia, el hambre está arropando a toda esta gente. Por esto, la regla de confinamiento es desigual: si se quedan en casa, sufren la violencia intrafamiliar, pero si no salen a la calle para vender algo (incluso servicios sexuales), saben que van a morir de hambre.

En la pandemia, también hemos visto la política de “pico y género” que, aunque se presentó como una medida “neutra”, no tuvo respeto con las personas LGBTI. La política de “pico y género” que se puso en algunos países de Latinoamérica se convirtió en una reproducción de la lógica transfóbica que molesta a las personas que no se encasillan como mujer u hombre y se quedaban sin saber si podrían transitar o no.

La política de aislamiento produjo una gran preocupación con las cuestiones de género y con el abuso de la fuerza de la policía en el toque de queda. En muchos lugares hay una tendencia de aprovechar el poder del Estado y la situación de emergencia para obtener toda la vigilancia y el control sobre la población.
El coronavirus ha afectado también la manera como nos relacionamos con las personas próximas y lejanas. La compañía de activistas se convirtió en una amenaza para la vida, pues el virus puede matar.

En 2019, antes de la pandemia, tuvimos muchas protestas en Latinoamérica, y, en este momento, se necesita pensar cómo la política activista y los movimientos se van a recomponer en el contexto de distancia segura.

Es posible comenzar a pensar que la pandemia estará con nosotras por largo tiempo, y que esto se va a convertir en cotidianidad. Pero tampoco queremos volver a aquella situación de antes de la crisis, que se puso como “normalidad”. Son más necesarias que nunca acciones sostenibles para fortalecer la red interpersonal de personas LGBTI, negras y otras personas vulnerables.

Todavía el acceso a Internet no es posible en algunos lugares. Es necesaria la búsqueda de una nueva manera de organizarse y de otros medios de compartir conocimientos para que las personas sepan cómo defender sus derechos en esta pandemia, desde el acceso al agua para lavarse las manos hasta el derecho a no morir.

Es necesario que se encuentren maneras de activismo seguro en esta pandemia, para mantener la visibilización de las situaciones de discriminación, incluso en las periferias y las ciudades lejanas, porque la cuarentena no quiere decir silenciamiento, y quedarse en casa no quiere decir quedarse callada.

Las personas que hoy hacen protestas han encontrado una manera de romper el silencio y luchar, porque saben que los sistemas, aunque en crisis, no consigue (ni quiere) cambiarse a sí mismo.

lunes, 19 de abril de 2021

La comunidad LGBTI quiere igualdad real en América Latina, no solo derechos


Muchos los países latinoamericanos han protagonizado importantes avances en derechos LGBTI en los últimos años, que sin embargo no han logrado erradicar la discriminación y la violencia.



En 2020 volvió a ganar el amor en otro país de América Latina: Costa Rica se convirtió en la sexta nación latinoamericana en legalizar el matrimonio igualitario y la primera en Centroamérica. Argentina celebró los diez años de una ley similar que hizo historia, mientras que los estados mexicanos de Puebla y Tlaxcala reconocieron igualmente este derecho. Bolivia, por su parte, reconoció una unión civil entre dos hombres que podría abrir el camino a muchas otras.

Y, sin embargo, los avances en materia de derechos humanos de la comunidad LGBTI en la región contrastan con una realidad social muy diferente. Según la Red Regional de Información sobre Violencias LGBTI en América Latina y el Caribe, más de 1.300 miembros de este colectivo fueron asesinados entre 2014 y 2019. Sin contar con Brasil. Honduras tiene la tasa más alta, de acuerdo con este estudio. Otro informe de la organización Letra S registró 119 asesinatos por orientación sexual o identidad de género en México a lo largo 2019. En Colombia, la Defensoría del Pueblo registró 63 asesinatos de este tipo en los ocho primeros meses de 2020.

"La justicia social significa derechos formales pero también igualdad en un sentido no formal”, dice a DW Cristián Cabrera González, investigador de la ONG Human Rights Watch (HRW) especializado en derechos LGBTI en América Latina. En su opinión, países como Colombia y Brasil, donde conviven algunas protecciones legales con altos índices de violencia, son el perfecto ejemplo de esta peligrosa ilusión: "Uno puede tener los derechos formales, pero eso no quiere decir que las personas LGBTI formen parte del tejido social en condiciones de igualdad”.

Un total de 11 países de la región reconocen las agresiones contra personas LGBTI como crímenes de odio, mientras que 14 tienen algún tipo de protección contra la discriminación laboral. Pero un estudio de 2016 y 2017 de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, estimó que más del 62% de los latinoamericanos se oponen al matrimonio igualitario. Solo México, Chile, Argentina, Uruguay y Brasil tendrían una mayoría social a favor.

"En México, y en general en América Latina, hay una estructura de reconocimiento de derechos muy importante en cuanto a temas de igualdad y de no discriminación, pero considero que el reconocimiento de derechos no es suficiente”, "Es muy difícil acceder a estos derechos porque las políticas públicas no están pensadas para ejecutar esos derechos en la vida real”.

"Si el Estado sigue discriminando, es difícil que la sociedad deje de discriminar”, critica el conocido escritor chileno Pablo Simonetti, que también dirige la Fundación Iguales. "El Estado debería de ser ejemplar en este sentido”. A finales de 2019 entró en vigor en Chile una ley de identidad de género aplaudida por el colectivo transgénero, pero el matrimonio igualitario (y sus consecuencias para la adopción y filiación en los casos de las parejas del mismo sexo) sigue atascado en el Congreso.



Juli Salamanca, vocera de la Red Comunitaria Trans (RCT) de Bogotá, lamenta la falta de personas trans en los puestos de toma de decisión. "¿Cuántas personas trans hay en el Congreso de Colombia? Ninguna”, dice a DW. Esta activista local cree necesario que haya que haya personas LGBTI que lleven estas luchas al Legislativo.

Crónica de una pobreza anunciada

Pero es difícil llegar tan lejos cuando los obstáculos empiezan mucho antes. "Creo que las personas LGBTI están sobrerrepresentadas en los sectores más pobres y eso se debe a la discriminación en la educación”, sostiene en entrevista con DW Clifton Cortez, asesor global del Banco Mundial en materia de orientación sexual e identidad de género. Según sus datos, la tasa de abandono escolar es mayor entre quienes se identifican como minorías sexuales o de género.

"Eso empieza un ciclo vital de oportunidades perdidas, oportunidades económicas perdidas”. Un ciclo que empieza con el rechazo familiar, continúa con la discriminación en la escuela y sigue en el ámbito laboral. Otra brecha que determina los proyectos vitales de las personas LGBTI en América Latina, subraya Cortez, es la que separa a las zonas rurales de las grandes ciudades. "Las grandes ciudades ofrecen el anonimato, la seguridad, aceptación, la posibilidad de encontrar una comunidad, que no van a hallar en un pueblo pequeño”.

Todos los expertos y expertas consultados coinciden en la situación particularmente inquietante del colectivo trans. "Para nosotras, justicia social es dejar de sobrevivir para empezar a vivir”, dice la colombiana Salamanca. Según los datos de la RCT, al menos 31 personas transgénero han sido asesinadas en Colombia en 2020.

A esto se suma el agravante de la impunidad, todavía mayor en los crímenes homofóbicos o transfóbicos, añade la mexicana Maxinez, que va más allá: "Si no se tiene una reparación del daño, el caso sigue estando impune. No se tiene justicia hasta que las cosas no se transformen. De nada sirve tener un papel que reconozca unos derechos si en la vida real no va a pasar nada”.

¿Por dónde empieza el cambio?

Ante este panorama, los expertos urgen a poner en marcha políticas públicas que a largo plazo sean capaces de erradicar el estigma, la discriminación y la violencia. La colombiana Salamanca destaca el cupo laboral trans recién aprobado por Argentina. El chileno Simonetti defiende la creación de órganos institucionales, como una subsecretaría o una jefatura, "que pudiera llevar adelante este tema y que se le diera poder suficiente para poder cambiar las malas prácticas”. Cabrera, de HRW, cree que las políticas de memoria ayudarían a la población a entender la necesidad de acción frente a la discriminación.

Cortez, del Banco Mundial, subraya el papel de las empresas en propiciar la tolerancia y el respeto, "pues el sector privado es donde la mayoría de las personas LGBTI capaces de trabajar encontrará un empleo”. No obstante, advierte que la importancia de la economía informal en América Latina limita hasta cierto punto la acción en este ámbito, dado que el mayor abandono escolar "ya nos dice algo sobre la sobrerrepresentación de las personas LGBTI en el sector informal”.

La educación y su poder transformativo es el gran punto de acuerdo. No en vano, recuerda Cabrera, numerosas iniciativas ultrarreligiosas antiderechos están intentando expulsar lo que llaman la "ideología de género” de los currículos educativos de la región. Por eso pide a los Gobiernos latinoamericanos "hacer un esfuerzo para incluir a esas poblaciones”.

La esperanza está puesta en las nuevas generaciones que apenas han empezado a ejercer su voto o que pronto empezarán a hacerlo. Y, quizás, en un futuro, se sienten en los despachos presidenciales. "Ojalá que las nuevas generaciones traigan una perspectiva de mayor conciencia y justicia social en estos temas”, 

 Al fin y al cabo, negar derechos u oportunidades es una decisión política,  "La diversidad no es una pregunta ni una elección, la diversidad está ahí. Pero podemos elegir incluir o no”.

Orgullo LGBTI: Respeto a la libertad y a la diversidad

 Cada 28 de junio se conmemora internacionalmente el Día del Orgullo LTGBI (lesbianas, transexuales, gays, bisexuales e intersexuales), por ello se realizan una serie de acciones públicas, festivas y coloridas, y muy políticas, a fin de reivindicar la visibilidad LGBTI y demandar igualdad de derechos, respeto a la libertad y a la diversidad sexual.

Esta fecha fue elegida a partir de lo ocurrido el 28 de junio de 1969 en Nueva York, cuando la policía de la ciudad irrumpió en una discoteca gay, provocando una confrontación entre las personas presentes y la policía. Las personas homosexuales se enfrentaron a la policía y, de esta manera, a un sistema que les perseguía y reprimía sistemáticamente. Desde entonces, se generaron grupos de activistas y un movimiento de lucha contra la homofobia y para que gays y lesbianas pudieran manifestar abiertamente su orientación sexual.

La LGBTIfobia es una forma de discriminación que está aún muy presente en nuestras sociedades a través de diversas formas, que van desde la invisibilización de las diversas expresiones de la sexualidad, hasta la movilización y acción en contra del reconocimiento de los derechos de las personas LGBTI, utilizando en muchas ocasiones argumentos religiosos, que pueden incitar a crímenes de odio.

A pesar de que la Organización Mundial de la Salud declaró en 1990 que la homosexualidad no es una enfermedad y de acuerdos internacionales y normas nacionales que declaran que los derechos humanos deben ser garantizados sin discriminación, las personas LGBTI no están protegidas completamente. Existen todavía clínicas para tratar de “curar” la homosexualidad, hay violencia médica hacia intersexuales con operaciones que buscan “normalizar” sus cuerpos y hay reportes que señalan que mujeres lesbianas han sufrido violaciones sexuales “correctivas” de gente de su entorno para buscar “curarla” o “hacerla mujer”.

Este año, en Orlando (Estados Unidos), un hombre portando un arma de fuego produjo una matanza masiva en una discoteca gay, asesinando a 49 personas e hiriendo a otras decenas más, acto que ha conmocionado al mundo. Pero los crímenes de odio hacia personas LGBTI no suceden solo en Estados Unidos ni son actos aislados. Según un estudio de ILGA World, la federación internacional que aglutina a más de 1.200 entidades de defensa de los derechos de la diversidad sexual, hasta 73 países criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, 13 de estos países contemplan la pena de muerte como castigo.

informe ilga world

Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) observó que en países de América, durante un período de quince meses (entre enero de 2013 y marzo de 2014), se cometieron al menos 770 actos de violencia contra personas LGBTI, incluyendo 594 muertes, con bajos índices de denuncia.

La lucha del movimiento LGBTI ha logrado algunos avances normativos en el mundo y específicamente en América Latina, como el matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia y algunos Estados de México, la reciente Ley de Identidad de Género en Bolivia, entre otros. Pero aún hay mucho por avanzar para una igualdad real en términos legales, pero también a nivel de nuestras sociedades eliminando la discriminación existente.

Es necesario alzar las voces y seguir movilizándose por una sociedad con menos odio –que erradique la violencia machista–, con más amor –respetando las diversas formas de amar en libertad–, respeto de la identidad de género y de la orientación sexual. En una sociedad democrática es importante el respeto a la dignidad de todas las personas, la libertad y visibilidad de las diversas expresiones de sexualidad. Es necesario celebrar el orgullo de ser quienes somos y eliminar toda forma de discriminación.

Desde ONG - MUDDH trabajamos combatiendo el machismo y defendiendo los derechos de las mujeres y de la diversidad. 

DERECHOS LGBTI



En todo el mundo, hay gente que sufre agresiones por la persona a la que ama, por cómo viste y, en último extremo, por quién es.


Son demasiados los países en los que ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero o intersexual (LGTBI) supone soportar a diario la discriminación. Esta discriminación puede basarse en la orientación sexual de la persona (por quién siente atracción), en su identidad de género (cómo se define como persona, al margen de su sexo biológico), su expresión de género (cómo expresa su género al vestirse, peinarse o maquillarse) o sus características sexuales (por ejemplo, sus genitales, cromosomas, órganos reproductivos o niveles hormonales).

Desde los insultos hasta el acoso, pasando por la negación de puestos de trabajo o de atención médica adecuada, el abanico de tratos discriminatorios es tan amplio como pernicioso. Y puede llegar a ser letal.

En muchísimos casos, la gente LGBTI es hostigada por la calle, golpeada y, a veces, asesinada, sólo por ser como es. Entre octubre de 2017 y septiembre de 2018, una oleada de violencia contra la población transexual se cobró la vida de, al menos, 369 personas. Asimismo, en todo el mundo, se obliga a muchas personas intersexuales a someterse a peligrosas, invasivas y completamente innecesarias operaciones, cuyos efectos secundarios tanto físicos como psicológicos pueden durar de por vida.A veces la hostilidad contra la población LGTBI es atizada por los mismos gobiernos que deberían protegerla. En Chechenia, una campaña patrocinada por el Estado dio lugar a agresiones contra hombres gays, algunos de los cuales fueron secuestrados, torturados e, incluso, asesinados. En Bangladesh, grupos armados han asesinado a machetazos a activistas LGBTI, pese a lo cual ni la policía ni el gobierno han tomado medidas de calado para impartir justicia a las familias de las víctimas. En muchas partes de África subsahariana, la población LGBTI vive con el temor de ser identificada, y agredida por ello, o incluso asesinada.

Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo se consideran delito en 70 países, y en 9 de ellos —como Arabia Saudí, Irán, Sudán y Yemen— pueden castigarse con la pena de muerte. Incluso en los lugares en los que esta legislación tan restrictiva no llega a aplicarse, su mera existencia refuerza los prejuicios contra la población LGTBI, que se siente desprotegida ante actos hostigamiento, chantaje y violencia.


¿Cómo se combate esta discriminación?

Los defensores y defensoras de los derechos LGBTI han superado enormes desafíos, poniendo en grave peligro su propia seguridad personal para denunciar abusos contra los derechos humanos de la población LGBTI, y obligar a cambiar las leyes que la discriminan. Desde que se introdujo el concepto de Orgullo y se instauraron días internacionales de reconocimiento, como el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia (también conocido como IDAHOT), la población LGBTI está forjando alianzas y promoviendo en todo el mundo el sentimiento de orgullo por ser como es. Los esfuerzos colectivos de las organizaciones activistas de todo el mundo han dado frutos reales. Hoy día, al menos 43 países catalogan los delitos de homofobia como delitos de odio. Y a fecha de mayo de 2019, 27 países han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Definiciones: 7 respuestas a preguntas habituales sobre lo que significa ser LGTBI
¿Qué es la orientación sexual?

El concepto de orientación sexual hace referencia a la persona por la que alguien siente atracción y con la que entabla una relación. La orientación sexual es algo personal, y corresponde a cada persona decidir cómo la define, y si lo hace. Para algunas personas, esto puede variar a lo largo del tiempo.

La orientación sexual puede ser, por ejemplo, lésbica (mujeres que se sienten atraídas por otras mujeres), gay (hombres que se sienten atraídos por otros hombres), bisexual (personas que se sienten atraídas tanto por hombres como por mujeres), pansexual (personas que se sienten atraídas por otras personas, al margen de su género) o asexual (personas que no se sienten sexualmente atraídas por nadie).¿Qué significa ser transgénero?

El término “transgénero”, o “trans”, alude a las personas cuya identidad o expresión de género no se ajusta a las expectativas convencionales basadas en el sexo físico que se les asignó al nacer.

No todas las personas transgénero se identifican como hombres o mujeres: hay quienes consideran que tienen más de un género y quienes afirman no tener ninguno.

Algunas personas transgénero deciden hacer la transición, es decir, vivir su vida de conformidad con su verdadero género. Este proceso de transición no es único. Algunas de ellas empiezan a utilizar otro género gramatical y otro nombre, solicitan el reconocimiento legal de género o se someten a cirugía de afirmación o a tratamientos hormonales.

El hecho de que una persona sea transgénero no tiene nada que ver con su orientación sexual: un hombre trans puede ser gay, al igual que una mujer trans puede ser lesbiana.

¿Dónde se reconoce legalmente el género de las personas trans?

En algunos países, la población trans puede conseguir que su género sea legalmente reconocido. Sin embargo, en la mayoría de los casos, deben someterse a humillantes procesos —incluido un diagnóstico psiquiátrico y una esterilización irreversible—, que violan sus derechos humanos. Sólo en siete países no existen estos procesos, a saber: Argentina, Bélgica, Colombia, Dinamarca, Irlanda, Malta y Noruega.

¿Qué significa intersexual?

Cuando una persona nace con características sexuales diferentes a lo que de forma convencional se considera masculino o femenino, se dice que es intersexual. Por ejemplo, en algunos casos, la persona tiene características tanto masculinas como femeninas. Otro ejemplo es cuando la estructura cromosómica de una persona no es típicamente ni masculina ni femenina. Estas características pueden ser observables al nacer, o hacerse más evidentes durante la pubertad o después de ésta.

Muchas personas intersexuales son sometidas a cirugías “normalizadoras” invasivas, innecesarias e irreversibles —a menudo durante la niñez o, a veces, más tarde—, que les producen extraordinarias dificultades físicas y mentales a largo plazo.

¿Dónde se penalizan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo?

Tener relaciones sexuales con una persona del mismo sexo es ilegal en 70 países. En Bangladesh, Barbados, Guyana, Sierra Leona, Qatar, Uganda y Zambia pueden condenarte a cadena perpetua. En nueve países, la homosexualidad se castiga con la muerte: Afganistán, Arabia Saudí, Brunei, Irak, Irán, Mauritania, Pakistán, Sudán y Yemen.

¿Dónde se reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo?

A fecha de mayo de 2019, el matrimonio entre personas del mismo sexo se reconoce en 27 países, entre ellos Argentina, Canadá, Irlanda, Malta, Sudáfrica y Uruguay. Taiwán se comprometió recientemente a decir sí al matrimonio igualitario, aunque no lo ha consagrado en la ley, y Amnistía Internacional está pidiendo a Japón que siga su ejemplo.

¿Qué es el Orgullo?

El Orgullo puede revestir numerosas formas —desde desfiles carnavalescos a proyecciones de películas y debates— y es un momento dedicado a ensalzar a la población marginada por la definición estricta de “hombre“ y ”mujer”. A lo largo de todo el año, se organizan actos, según el lugar. En América y Europa, la temporada empieza normalmente en junio, mientras que en Sudáfrica la temporada del Orgullo es entre los meses de febrero y marzo. Todos estos actos brindan a la población LGTBI la oportunidad de demostrar que no se esconde y que está orgullosa de ser como es. Los festejos del Orgullo están prohibidos en varios países, entre ellos Arabia Saudí, Rusia, Uganda y, más recientemente, Turquía. El Orgullo ensalza el movimiento LGTBI en toda su diversidad, y sirve de altavoz a la reivindicación de respeto y protección para los derechos LGTBI.

¿Por qué son importantes los derechos LGTBI?

Toda persona debe poder sentirse orgullosa de ser quien es y de amar a quien ama. Todas las personas tenemos derecho a expresarnos con libertad. El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (que consagró por primera vez los derechos de todas las personas) protege el derecho de toda persona a expresarse con libertad.

Erradicar la homofobia y la transfobia salva vidas. El acoso contra la población LGBTI pone a aquellas personas que se identifican como LGBTI en una situación de grave peligro de sufrir daños físicos y psicológicos. Toda persona tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad.

Si acogemos a la población LGBTI y entendemos sus identidades, podremos aprender a eliminar muchas de las limitaciones que imponen los estereotipos de género. Estos estereotipos son nocivos para toda la sociedad, ya que definen y limitan cómo se supone que debemos vivir la vida. Si los eliminamos, todas las personas serán libres de desarrollar todo su potencial, sin limitaciones sociales discriminatorias.

La población LGBTI y, en especial, quienes no se ajustan a las convenciones de género, a menudo corren peligro de sufrir exclusión económica y social. La lucha por leyes más inclusivas, al margen de la orientación sexual y la identidad de género, permitirá a estas personas realizar sus derechos a la salud, la educación, la vivienda y el empleo.